Uno de los muchos miedos de los padres frente al segundo embarazo: ¿Que sentirá el mayor? ¿Podremos tratarles por igual? ¿Tendrá celos? Estos son miedos normales y corrientes en muchas familias que deciden crecer. Pero nada está probado. Todas las familias tienen sus más y sus menos, pero lo esencial es quererse entre todos de verdad.

Aún así, para que no nos atemoricen los celos que pueda tener nuestro hijo mayor, tenemos unos cuantos consejos para evitarlos. Para empezar de cero, es importante que criemos desde el primer momento a nuestro hijo para ser feliz. Éste consejo se inicia antes de saber que mamá está embarazada de otro bebé, pero sirve para cualquier ámbito en el que se puedan tener celos. Desde el primer día, al criarlo debemos darle libertad para que sea él mismo y transmitirle los valores que creamos necesarios para vivir en esta sociedad. Digamos que todo esto radica en comunicarnos con nuestro hijo, preguntarle por su día y contarle el nuestro, decirle lo que nos preocupa y que el nos muestre sus preocupaciones también. A parte de jugar y pasar tiempo juntos. Básicamente, queremos que se sienta querido e importante dentro de la familia, así al llegar un hermanito/a no tendrá problemas en recibirlo como uno más.

Seguidamente, es bueno que vaya a visitar al nuevo bebé una vez ha nacido y a mamá. Allí puede estar de nuevo con ella y ésta le puede mostrar un poco de atención, aún que tenga el bebé en brazos. La madre puede preguntarle cosas, hablar con él, explicarle cómo ha nacido su hermanito/a, contarle que podrán jugar juntos…  Al llegar mamá a casa, le puede traer un pequeño regalo o un detalle, por ejemplo un juego para jugar los dos o un cuento para leerlo juntos. Durante el día a día, se debe buscar un momento para dedicar a los hijos en exclusiva, y si no lo podemos hacer por separado, es una buena idea que el mayor vea que aunque mamá esté con el pequeño, puede seguir jugando con él, contándole historias, etc.

En el momento de las visitas, cuando la gente venga a conocer al recién nacido, es importante que también interactúen con él. Que hablen, le pregunten cosas, se hagan fotos todos juntos, etc.

Lo más habitual es que en algún momento se sienta desubicado o preocupado, y que llore o se queje. Será un buen momento para aprovechar que, cuando se le pase la rabieta, hablemos de todo lo que está pasando y dejarle claro que no hemos dejado de quererlo ni mucho menos. Este momento lo podemos finalizar con una reunión juntos, mostrando fotos de cuando él era pequeño.

Como vemos es una tarea difícil de sobrellevar, y que depende mucho del carácter de nuestro hijo mayor. Pero sobretodo, tenemos que darle cariño y tiempo. Comunicarnos mucho con él y hacerlo sentir el «hermano mayor». Que aprenda a coger responsabilidades (a su nivel) y se sienta realizado en la familia.

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