El niño que le cuesta dormirse padece de insomnio que se produce cuando hay dificultades para conciliar y mantener el sueño o cuando tenemos la sensación de no haber descansado. El insomnio puede venir dado cuando el niño se encuentra solo y presenta ansiedad (no esta relajado) a la hora de ir a la cama. Este estado de «ansiedad» puede venir provocado por un exceso de actividad física o algún alimento como el chocolate o la cafeína tomado a media tarde o por la noche. También hoy en día se ha detectado que el uso antes de ir a dormir de consolas, ordenadores, TV… Hacen que el niño se active mucho más. Deberíamos sustituir estas actividades por la lectura, o un juego de cartas, un puzzle, etc.
Otra alteración en el sueño se observa en esos niños que al dormir presentan eventos anormales. En estos eventos se incluyen el terror nocturno y las pesadillas angustiosas. El terror nocturno aparece en la fase más profunda del sueño (inicio de la noche), cuando el niño se despierta rápidamente del sueño aterrorizado. Éste, se debe a períodos de tensión emocional, estrés o conflictos. Y por otra parte tenemos las pesadillas angustiosas, que se manifiestan cuando el niño grita, llora, gime o se despierta después de haber pasado por alguno de estos actos. Por lo tanto el niño asocia ese sueño a un acontecimiento traumático, ya que él mismo evidencia la reconstrucción psicológica progresiva.
Herramientas para reconducir estas alteraciones serían algunas como, desde bien pequeños establecer una rutina, por ejemplo: baño, cena, dormir. Y llevar a tu pequeño a la cama despierto, para que se acostumbre a dormir solo. Los podemos acompañar de un objeto como un muñeco o u peluche. Si el niño llora o grita por la noche, lo calmamos reflexionando con lo que ha hecho durante el día, por ejemplo. Debemos distraer a su mente, y sobretodo no chillarle. Y sobretodo no hagamos de las «siestas» otro tiempo de descanso intenso. Si a nuestro pequeño ya le cuesta dormir, dejemos que duerma lo justo para descansar lo que necesita.