Que se aburren en casa, que se aburren en los paseos, en casa de los abuelos y se siguen aburriendo incluso cuando les proponemos actividades.
El aburrimiento, es un tema que nos consultan mucho las familias. ¿Qué hacemos cuando nos dicen que se aburren? En muchos casos podemos jugar con ellos, entretenerlos o ayudarles a pasar el rato pero cuando llegan las vacaciones los ratos son días y semanas. Darles la oportunidad de aburrirse no es tan fácil como simplemente no hacer nada.
Pero más allá de esta concepción negativa del aburrimiento, que los peques se aburren y se ponen «pesados», que nos piden actividades y ya no se nos ocurren absolutamente nada y que no podemos gastar dinero para una actividad de pago a diario, entonces ¿qué hacemos?
Pensarlo de otra manera ¿y si ocasionalmente este tuviera sus beneficios? ¿alguna vez lo habías pensado? Quizás hoy descubras que el aburrimiento no es tan malo. Veamos de qué se trata.
«Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor».
Solemos buscar salidas rápidas, como proveer de una tableta electrónica o de un móvil para que se distraigan, pero quizás la solución pasa por el camino inverso: dejar que se aburran y que se busquen la vida.
El aburrimiento es la palanca que lanza a toda máquina la creatividad si le permitimos que lleguen a ese punto adentrarse en una situación donde sea posible inventar juegos o situaciones les permite explorar esa capacidad de soñar despiertos que todos tenemos pero muy especialmente tienen los niños.
El aburrimiento sin duda puede ser incómodo, especialmente porque los niños hoy en día están acostumbrados a la inmediatez, pero para nada es algo malo o que debamos preocuparnos. Es inherente al ser humano el estar en momentos de aburrimiento extremo incluso, somos seres curiosos, inquietos por naturaleza y a los niños les permite ser creativos, ir más allá de las pantallas, descubrir el mundo y buscar su entretenimiento de forma activa.
¡Anímate a dejarles aburrirse y verás de lo que son capaces!