En el artículo de hoy comenzamos por compartirles un cuento para abrir la reflexión:
Un hombre empezó a esparcir rumores sobre uno de sus vecinos. En pocos días, todo el vecindario conocía los chismes, que no tardaron en llegar a oídos de la persona involucrada. Por supuesto ella se ofendió mucho y quedó muy dolida.
Con el tiempo, la persona que empezó a esparcir los rumores descubrió que lo que ella había dicho era completamente falso. Buscando resarcirse de su error, fue a ver a un sabio para preguntarle qué podía hacer para reparar el mal que había hecho. El sabio respondió: Ve al mercado, compra una gallina y mátala. En el camino hacia tu casa, quítale todas las plumas y tíralas, una por una, a lo largo del camino. Bastante soprendido por el consejo, pero sin ánimo de contrariar, hizo lo que el sabio le había pedido. Y al día siguiente volvió a ver al sabio y le preguntó: ¿qué hago ahora? El sabio le pidió que hiciera lo siguiente: Ahora regresa por el camino que tomaste al ir del mercado a tu casa y junta todas las plumas que tiraste ayer para traérmelas a mí. Siguiendo las recomendaciones, la persona tomó el mismo camino, pero quedó tremendamente decepcionada ya que se dio cuenta que el viento había volado todas las plumas, llevándolas quién sabe dónde. Apenas consiguió recuperar 3 plumas, y eso después de muchas horas de búsqueda. Cuando regresó para ver al sabio para contarle su fracaso, él le dijo: Ya ves como es sencillo tirar las plumas por el camino y casi imposible recuperarlas. Así es también con los rumores y los chismes. No lleva mucho tiempo esparcirlos, pero una vez hecho, uno nunca puede deshacer totalmente el daño realizado«. Luis Fallas. www.centrodesuperacionpersonal.com/luisfallas
En el camino de enseñarles a nuestros niños y niñas sobre educación emocional y valores, una cuestión fundamental es poder ayudarles a tomar conciencia del impacto que tienen sus palabras y sobre el valor de la verdad. El cuento que incluimos previamente es un ejemplo bien concreto de como una acción puede acarrear consecuencias negativas en efecto dominó cuya reparación nunca va a poder ser completa. En este sentido creemos de gran importancia enseñarles a niños y niñas a ponerse en el lugar del otro mediante preguntas como «¿Te gustaría que te hagan eso a tí? ¿Cómo crees que te sentirías? ¿Crees que esta persona merece que hablen así de él/ella?».
Los tres filtros de Sócrates es otra estrategia concreta que podemos utilizar para enseñarle a niños y niñas, de primaria en adelante, el valor de sus palabras y la importancia de poder comunicarse desde la verdad y la integridad. Al mismo tiempo invitarlos a hacerse responsables de sus acciones y de su manera de vincularse con los demás:
Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
“¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…”
Sócrates lo interrumpió diciendo:
-“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros…?”
-“Sí” – replicó Sócrates. -“El primer filtro es la VERDAD. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No… lo oí decir a unos vecinos…”
-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no… al contrario…”
-“¡Ah!” – interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos a la último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
– “Para ser sincero, no…. Necesario no es.”
– “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… sepultémoslo en el olvido…”
¿Tienes algo que decir a otra persona? Recuerda pasarlo por la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD antes de decirlo.
En la era de la hipercomunicación, los rumores pueden estar a la orden del día y la posibilidad de transmitir información es sumamente fácil y peligrosa a la vez. Nuestro nivel de involucramiento en ello depende de nuestros valores y de cuanto nos dejamos llevar por el entorno. En el caso de nuestr@s hij@s, su actitud frente a los rumores estará determinada, en gran parte, por lo que observan y aprenden en su hogar y a través de sus familiares y amigos más cercanos.
Hablar de otros u otras puede ser algo sencillo y automático, especialmente en reuniones, y por medio de las redes sociales. A veces la cuestión no está en enfatizar solamente en el aspecto negativo de hablar mal de otros, sino darles a entender a nuestros hijos e hijas que es mejor enfocar la energía en mejorarse uno mismo y en ser cada día mejores personas antes que dedicarse a hablar mal de los demás: «Quien dedica su tiempo a mejorarse a sí mismo no tiene tiempo para criticar a los demás».
A modo de conclusión queremos dejarles algunas preguntas para seguir profundizando sobre el lugar de los rumores en nuestras vidas y en las de nuestr@s hij@s: «¿Hablo mal de gente que no está presente? ¿Mantengo esta conducta en frente de mi hij@? ¿Utilizo los tres filtros de Sócrates en mi propia vida? ¿Le inculco valores similares a mi hij@? ¿Cual es mi respuesta cuando él/ella habla mal de un/a compañer/a?».
Si consideran que sus hij@s ya están en edad de comprenderlo, los invitamos a compartir el cuento con él/ella y a reflexionar junt@s sobre como este relato resuena en sus propias vidas.