De qué sirve que un niño sepa colocar Neptuno en el universo, si no sabe dónde poner su rabia o su tristeza.

Hablamos mucho de todo lo que los peques tienen que hacer durante el día, muy especialmente durante esta locura del confinamiento, donde aparte de estar encerrados han tenido que estar cumpliendo con muchas actividades online que hasta entonces no habían tenido que hacer.

Les exigimos que presenten los trabajos que se les piden, que lo hagan correctamente, que luego guarden todo, que nos avisen si hay alguna actividad que en clase han dicho y se nos ha pasado. Les pedimos paciencia, silencio para trabajar, silencio para hablar por teléfono mientras nos llama el jefe o un cliente. Les pedimos que no molesten.

Cómo gestionan entonces sus propias emociones

Cuando les pedimos todo eso y no atendemos sus propias emociones, necesidades, estamos generando una bola de frustración, tristeza, soledad que difícilmente pueda compatibilizarse con el estrés enorme de tener que estar aislados por tanto tiempo.

La comunicación a edades tempranas no puede reducirse a lo digital, online, a la distancia. Necesitan el contacto físico, el tono de voz directo, las miradas cómplices como las miradas de reprobación. Necesitan sentirse cerca, no pueden hacerlo todo de manera virtual porque son seres aún muy emocionales y poco racionales.

Para qué queremos que sepan de ciencia si no saben gestionar su tristeza

No necesitamos que con 5 años sepan escribir el nombre de toda la familia o con 8 años sepan hablan francés o japonés, necesitamos que sean capaces de decirnos si están nerviosos, de explicarnos sus miedos, sus tristezas y de poder sentarnos con ellos a incluso negociar tiempo de trabajo con tiempo en familia.

Es un aprendizaje enorme que todos como sociedad estamos viviendo por culpa o gracias a esta Pandemia, ellos no están exentos de este aprendizaje ni de este sufrimiento. Pensamos que al ser pequeños no les importa más que poder jugar y no es así, necesitan su rutina, sus momentos de ocio junto con lo que hacían habitualmente.

La construcción de una rutina les da tranquilidad, estabilidad, saben lo que vendrá luego de levantarse, a mitad de mañana y así durante todo el día. Aprenden a esperar, a desear y soñar incluso pero si todo eso se ve modificado el aprendizaje de toda su vida desaparece. ¿Es mucho verdad?

Si lo vemos de esta manera seguro que encontraremos paciencia de donde podamos, pero la encontraremos.

Dedícale unos momentos durante la mañana a mirar dibujos juntos o jugar, pintar… como salir a pasear sin más, juntos, dedicando tiempo 100% a vuestra relación.

Seguro el resto del día irá mucho mejor.

 

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