Jugar es un derecho de la infancia, reconocido en el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño y una necesidad fundamental para el desarrollo físico, social y emocional de niños y niñas.
Existen una infinidad de estilos de juego y cada uno de ellos permite el despliegue y el fortalecimiento de distintas habilidades, competencias y facetas de cada persona.
La creatividad, la imaginación, el pensamiento abstracto, el juego de roles y la capacidad para ponerse en el lugar del otro y mirar la realidad desde una perspectiva diferente son algunas de las cuestiones que habilita el juego.
En un artículo de la página web «Dale tiempo al juego» se explican ciertos beneficios de las actividades lúdicas:
- Juego y sociedad: «A través del juego aprendemos a respetar las normas, tolerar la frustración, encajar derrotas y celebrar victorias, ser pacientes, resolutivos, empáticos y en definitiva a desarrollar todas las actitudes, conductas y emociones que nos permitirán integrarnos en la sociedad y ser ciudadanos felices» (más info: click aquí).
- Juego y educación: el juego es una herramienta que hace más ameno el aprendizaje, que motiva al niño o niña a involucrarse de una manera más profunda y vivencial en el objeto de estudio (más info: click aquí).
- Juego y emociones: «A través del juego los niños pueden explorar sus emociones, identificar sus sentimientos y construir una inteligencia emocional que le permitirá afrontar con optimismo los desafíos de la vida» (más info: click aquí).
También cabe mencionar los beneficios en términos de estimulación cognitiva, desarrollo de la motricidad fina y gruesa, el ejercitar la resolución de problemas y la toma de decisiones, el poder poner en práctica la empatía al interpretar un personaje que vive una realidad distinta a la propia, etc. (más info: click aquí).
Hoy en día y con el avance de la tecnología las horas de juego vivencial y social suele reemplazarse por la interacción con las pantallas. Poder limitar el nivel de exposición a dispostivos electrónicos es uno de los primeros pasos para lograr que los niños y niñas puedan jugar más. Incluso si tienen momentos de aburrimiento, quizás esa pueda ser una oportunidad para que busquen maneras alternativas de gestionar su tiempo. «El aburrimiento es tanto una advertencia de que no estamos haciendo lo que deberíamos, y un empujón que nos motiva a cambiar metas y proyectos» Andreas Elpidorou.
¿Que recomendamos para los padres?
Que permitan, en la mayor medida de lo posible, que sus niños y niñas experimenten distintos tipos de juego, que pasen tiempo al aire libre y en la naturaleza explorando lo que esta puede ofrecerles, que aprendan que con pocos elementos puedan recrear un mundo de fantasía y aventura, alentarlos a que puedan jugar tanto solos como acompañados y que dejen espacio para que los momentos de creatividad, risas e imaginación sucedan en la vida de sus hijos e hijas.