El aprendizaje del lenguaje es un proceso que se completa al cabo de unos años, pero sin embargo, hay muchas preguntas que nos surgen a medida que nuestros hijos van desarrollando esta capacidad para hablar, y nunca nos dejan de sorprender. En este artículo intentaremos dar respuesta a algunas de esas preguntas.

Durante los 8 meses, los niños empiezan a emitir ciertos sonidos, que son indicio de que quieren/intentan hablar. Estos sonidos están relacionados con lo que ellos están acostumbrados a escuchar, y las utilizan para referirse a situaciones o objetos específicos. Aprenden a comunicarse a base de la imitación, de lo que llena su día a día, y en el campo del lenguaje son capaces de relacionar las palabras con personas u objetos. Esta etapa es la más divertida y la más compleja, porque nuestros pequeños están emitiendo sonidos con los que quieren comunicarse, y nosotros tenemos que adivinar a que se refieren. Es entonces cuando surge el deseo de querer conectar con ellos y debemos hacer el esfuerzo de entenderlos, porque así estimularemos el aprendizaje. Da igual que sea con un gesto, con el índice, o de alguna forma que a los padres ya les es familiar. Lo importante es que el estímulo está ahí: quieren comunicarse. Tenemos que tener claro, que las primeras «palabras» se referirán a conceptos generalistas, que las usarán para más de una cosa a la vez y que las sintetizarán mucho, por ejemplo: «oche» para coche.

Después del año, el bebé ya empezará a desarrollar nuevas palabras, más allá de “mamá” “papá”, etc. Estas palabras suelen estar relacionadas con los sonidos de los objetos que les rodean o los sonidos de los animales. Ahora ya son palabras, no sonidos lo que emiten. El coche es «brum», el gato «miau», el perro «guau»… 

No es hasta los 21-23 meses, que vamos a ver que nuestro hijo/a sabe dominar algunas palabras y desarrollar alguna que otra frase, por muy simple que sea, como «mamá, comida» o «papá, más», por ejemplo. Aún así, no nos debemos preocupar si nuestros hijos no saben mantener una conversación más o menos fluida a su edad, o que no hablen tanto como otros niños. El único problema posible, seria uno de audición, pero eso ya se detecta en las primeras visitas al pediatra. Cada uno sigue su proceso, hay quienes son más precoces con el habla y quienes no. Es un proceso muy lento al principio, en el que casi no vemos avance, hasta que llegan a los 2 años, más o menos, y dan un cambio espectacular. Así que no nos preocupemos, que hasta los 2-3 años los niños no son capaces de entablar una conversación fluida.

Otra preocupación que surge en general son los «balbuceos». Este fenómeno es natural en los niños de 2-3 años, y no significa que vaya a tener graves problemas para hablar. Simplemente es un período que la mayoría de los pequeños lo viven, y simplemente tenemos que dejar que nuestro hijo tome el tiempo necesario para expresarse libremente, sin que lo forcemos o le corrijamos.

Hay muchas más cosas que podemos valorar sobre este tema, pero si en los primeros intentos comunicativos van cumpliendo lo esperado, no tenemos porqué preocuparnos de entrada. Ya es suficiente para comprobar que todo va bien.

 

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