Tal como explica la psicóloga Sofía Gil Guerrero en una nota para guiainfantil.com (click aquí): «La frustración es el sentimiento que experimentamos cuando no podemos satisfacer una necesidad o deseo que tenemos».
Esta claro que la frustración podrá surgir en algunos momentos porque no siempre se puede tener lo que uno quiere. La clave esta en observar e identificar:
- ¿Que tan adepto es el niño o niña a sentirse frustrado? ¿Con que frecuencia le ocurre?
- ¿Que situaciones le despiertan dicha emoción?
- ¿Cuales son sus reacciones y conductas cuando se encuentra en estado de frustración?
Hay personas que tienen una «baja tolerancia a la frustración». Entre las causas de este rasgo podemos encontrar: baja autoestima, un alto nivel de exigencia, temor a probar cosas por miedo a fracasar o no poder llevarlas a termino de la manera deseada, baja flexibilidad, etc. Como consecuencia puede manifestarse: impaciencia, sentimientos de ira y enojo cuando algo no sale como esperaba, sensación de impotencia, rabietas, aislamiento, tristeza, etc. (para más información: click aquí).
Dadas las características antes mencionadas, ¿Como podemos acompañar estas emociones y reacciones? ¿De que manera podemos aliviar la frustración de niños y niñas?
“Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que nos encontramos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse y desarrollarse”, explican desde el Hospital Sant Joan de Dèu (Fuente: click aquí).
Entre las estrategias recomendadas frente a estos casos se encuentran:
- Enseñarle al niño o niña que el «error» o «fracaso» puede ser una oportunidad de crecimiento y un aprendizaje. Explicarle que todos y todas, independientemente de nuestras edades, aprendemos nuevas cosas todo el tiempo. ¡A eso venimos a la vida!
- Enseñarle a esforzarse y a perseverar. Comentarle que a veces hay que intentar las cosas varias veces para que puedan salir de la manera deseada y que cada intento nos fortalece y nos enseña algo nuevo.
- Saber marcarle el límite frente al momento de rabieta/ira. Puede experimentar esa emoción y necesitar liberar esa energía, pero eso no justifica que cometa actos de violencia (verbal y/o física) hacia si mismo y/u hacia otros. Si la frustración desencadena una reacción intensa, habrá que poder ayudarle a calmarse antes de poder reflexionar sobre lo acontecido.
- Trasmitirle lo mucho que vale como persona y que eso no se pone en cuestionamiento por el hecho de que «fracase» o se equivoque. Más allá de que a veces tengamos que darles algún llamado de atención, siempre es importante poder recordarles que son amados incondicionalmente por lo que son.
Ante todo debemos recordar que los niños y niñas siguen muchas veces el ejemplo de sus padres y madres y de otros adultos que los rodean. Por lo tanto, ¿cómo manejamos nosotros nuestra propia frustración? ¿Cómo reaccionamos cuando las cosas no salen como esperabamos? ¿Cual es nuestra sensación frente al «fracaso»? ¿Tenemos una actitud de humildad y aprendizaje o prentendemos que las cosas nos salgan siempre perfectamente? ¿De qué manera nos tratamos a nosotros mismos cuando las cosas no nos salen «bien»? ¿Que hacemos con la ira que nos surge? ¿Como la canalizamos? ¿Como impactan estas situaciones en nuestra autoestima?
Si queremos criar y educar niños y niñas empoderad@s a nivel socio-emocional, debemos recordar la importancia de conocernos a nosotros mismos y tomarnos momentos para reflexionar sobre nuestros propios estados emocionales y reacciones.